Amy:
Mi compañera de celda se sentó justo a mi lado y me observó con...¿avidez? Rezaba para que Matt llegara cuanto antes. Ya le había llamado y me había dicho que no tardaría. La verdad es que parecía bastante tranquilo, como si ya supiera lo que había ocurrido. Al niñato chulo se lo habían llevado a otra celda, así que no sabía si había hecho su llamada ni si le dejarían salir pronto. Esperaba que no, y que se pudriera allí dentro.
Aquella gata tan desagradable comenzó a invadir mi espacio personal abalanzándose sobre mí lentamente.
- ¿No sería mejor que habláramos un rato? Tú y yo podríamos ser amigas.
No, no seríamos amigas nunca.
Su boca dibujo algo parecido a una sonrisa. De repente, estampó su nariz en mi mejilla e inhaló mi aroma ruidosamente. Me quedé quieta, con los ojos como platos y sin saber qué hacer.
- Amy Rose - llamó justo en ese momento el policía que respondía al nombre de Jorge.
Me levanté ipso facto y me lancé a los barrotes entre los que ya veía la tranquilizadora figura de Matt.
- ¡Gracias al cielo!- exclamé antes de que la puerta se abriera-. Quita de en medio.- Empujé al policía que me franqueaba la puerta y me tiré al cuello de Matt.
Sus brazos me rodearon suavemente, apretándome contra su cuerpo. Su calor me calmó...pero solo unos segundos. Cuando volví en mí, me aparté de él y comencé a despotricar.
- Mi primera noche en Mobius y acabo aquí por culpa de un capullo que está loco. Créeme Matt, temí por mi vida. Deberían encerrarlo en un manicomio. Comenzó a pegarse con otro tío y me aplastaron. Y unos minutos antes nos estrellamos contra un muro. ¡Mira mi ropa!
Extrañamente, Matt parecía divertido. Me cogió de los hombros y me obligó a mirarle.
- Cálmate, Amy, mi amor. No hay de qué preocuparse.
- ¿Que no hay de que preocuparse? ¡Mi padre me matará!
- Ángel cree que duermes en casa de Ana. Ya está todo listo, ella te espera en su casa.
Volví a abrazarle.
- Eres mi ángel.
En ese monento, la reclusa estiró el brazo, cogió un mechón de mi cabello y comenzó a olisquearlo entre los barrotes. Jorge la alejó y a Matt se le dibujó una sonrisa al ver mi cara de terror.
- Quieta Rosa - dijo el policía.
- Sácame de aquí ahora mismo - murmuré con voz ahogada.
Tengo que quedarme, fuera te espera un coche que te llevará a casa de los White.
Me besó en la frente y me alejé de él a toda prisa sintiendo cómo su mano se separaba de la mía cuando nuestros brazos ya no podían estirarse más.
No hay comentarios:
Publicar un comentario